miércoles, 6 de febrero de 2019

CARAVACA DE LA CRUZ - Murcia


Hoy Juan F. Morillo nos lleva a callejear por Cravaca de la Cruz, ciudad de la Región de Murcia que  en 1849 la reina Isabel II le concedió el título de ciudad.


Caravaca de la Cruz es un lugar de referencia para el culto de la Iglesia católica ya que desde 1998, durante el papado de Juan Pablo II, está catalogada como una de las ocho ciudades santas de esta confesión religiosa​ al disponer del privilegio de celebrar Año Jubilar a perpetuidad cada siete años en torno a la Santísima y Vera Cruz de Caravaca. El primero de ellos tuvo lugar en 2003 y contó con la visita del cardenal Ratzinger, posteriormente elegido como papa con la denominación de Benedicto XVI. Por esta circunstancia, y por el propio nombre del Municipio, también se la conoce como "La Ciudad de la Cruz".


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Además de ser conocida por la reliquia cristiana y su bello Casco Antiguo de origen medieval, lo es también por las Fiestas Patronales en Honor a la misma, celebradas entre los días 1 y 5 de mayo de cada año, declaradas de Interés Turístico Internacional en 2004. Junto a las procesiones y desfiles de Moros y Cristianos,


Callejeando por Caravaca


Santuario de la Vera Cruz



En su interior se venera la famosa Cruz de Caravaca, que desde el siglo XIII acuden en peregrinación. Se convirtió en Basílica Menor el 2 de febrero del 2008, según decreto del papa Benedicto XVI de 3 de diciembre del 2007.




Artesanía del Mercado de Caravaca de la Cruz 

Monumento dedicado al caballo del vino 

En Caravaca es especialmente relevante el festejo de los Caballos del Vino, que en la actualidad aspira a ser declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.

Escultura dedicada a los Moros y Cristianos

A partir de la Edad Media el núcleo urbano de Caravaca se convirtió en un cruce de caminos por su ubicación estratégica entre el Reino de Granada y el castellano Reino de Murcia, así como por la proximidad de la Corona de Aragón. La capitulación de la taifa de Murcia mediante el Tratado de Alcaraz en 1243 consolidó el dominio de la Corona de Castilla y convirtió a Caravaca en un enclave fronterizo cristiano frente Al-Andalus.



En el siglo XIV vivió una profunda crisis como consecuencia del peligro fronterizo y de las epidemias de peste que casi despoblaron la comarca, pero​ tras la caída de la frontera oriental de Granada en 1488 vivió una importante expansión que la convirtió a finales del siglo XVI en el tercer núcleo más poblado del Reino de Murcia con 7.000 habitantes, tras las ciudades de Murcia y Lorca.

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