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jueves, 20 de octubre de 2016

CALLEJEANDO POR AVEIRO - PORTUGAL


Hoy Salix nos lleva a callejear por Aveiro 


Aveiro es una ciudad portuguesa, entre Coimbra y Oporto con unos 60.000 habitantes




 El aire antiguo de la ciudad se mezcla perfectamente con la modernidad que ha irrumpido por la vida universitaria. Cerca de Aveiro se encuentran las playas de Costa Nova con  coloridas casas a rayas en primera línea.


Museo Arte Nova

El museo de Aveiro alberga una de las muestras de arte sacro más importantes de Portugal


Además del museo, Aveiro también cuenta con otros edificios emblemáticos, como la bellísima estación de ferrocarril, toda ella decorada con preciosos azulejos, la iglesia de la Misericordia, la iglesia de las Carmelitas y la calle Joáo do Mendoza con sus mansiones señoriales. 


Mural
Detrás del centro comercial Forum Aveiro está el centro de alquiler de bicicletas “BUGA”. Estas bicicletas son de uso gratuito, lo cual le permite a uno, pedalear recorriendo la ciudad cualquier día de la semana de 10 am a 7 pm. Puedes ir en bicicleta por toda la ciudad, dirigirte hacia la Ría y los canales de agua de Fonte Nova, o incluso hacer todo el camino hasta Costa Nova.


 La ciudad ha sido frecuentemente denominada "La Venecia de Portugal", por sus canales que atraviesan el centro y son de una gran belleza, en especial el barrio viejo de "Beira Mar", donde se conservan las tradicionales casas y los almacenes de sal de la ría.


Los “Moliceiros” son embarcaciones similares a las góndolas y son extremadamente populares entre los turistas y visitantes.

Detalle de un moliceiro








jueves, 19 de mayo de 2016

MUNICIPIO DE EDAM - VOLENDAM, Países Bajos

Paseando bajo la lluvia

Cuando estuve en Ámsterdam fuimos a visitar Edam-Volendam, aunque debido a la lluvia, no pudimos disfrutar mucho, y por culpa de ella, tampoco pude ver muchos de los lugares que tenía en mente.  Me hubiese encantado poder ver algunas de las infraestructuras que los holandeses han construido, y están construyendo para poder evitar próximas inundaciones, para que no les suceda lo mismo que sucedió una noche de febrero del año 1953, cuando varios diques no pudieron contener las aguas de una gran marea, acompañada de una gran tormenta, que fue la causa de que gran parte de los Países Bajos se inundaran.
Yo tenía una amiga holandesa, Corry Kaslander, nos conocimos en Barcelona en un taller de grabado, a pesar de la diferencia de edad (podría haber sido mi madre) nos llevábamos muy bien, las dos compartíamos muchas cosas y el amor por el arte. Justo, meses antes de que mi hijo se fuese a vivir a Ámsterdam murió, así qué no le pude decir que mi hijo se iba a vivir a su país. Le hubiese encantado.
Ella me contó que ese fatídico día estaba en Holanda, y que estuvo varios días viviendo en otra casa que la acogieron, sin saber nada de su familia. Afortunadamente todos ellos sobrevivieron.
Por saber que algún día puede volver a suceder algo parecido,  me siento algo intranquila por mi hijo y su novia. pero son gajes del oficio. También estuvimos en el Perú y allí habían terremotos, y qué decir de las inundaciones, desprendimientos y también algún que otro temblor de tierra, que últimamente tenemos en España.
También me hubiese gustado ver los típicos molinos de viento, lo que yo no sabía es, que dichos molinos se construyeron para drenar el agua y no para moler el trigo. En la actualidad lo hacen con bombas eléctricas.

Casas típicas del pueblo de Volendam
Donde si estuvimos fue en el municipio de Edam-Volendam, salimos de Ámsterdam con ilusión, ya que el día era claro y soleado, y nada más llegar allí se puso a llover, llovía tanto que los paraguas no nos protegían.
Así que nos metimos en la cafetería de un hotel esperando que parase. Estando allí, bajé a los lavabos y antes de entrar en ellos, vi una mesa con artículos de regalos, chubasqueros , pequeños paraguas plegables, y un plato con dinero. Todo eso estaba allí para que, si algo te gustaba, lo cogieses y dejases allí el dinero. La verdad es que me sorprendió, pensé que eso en España sería impensable, quedé maravillada por ello.


Volendam es un pueblo de pescadores muy popular en los Países Bajos y muy visitado por los turistas.
Me llamó la atención la decoración de sus viviendas, suelen poner muchos detalles en ellas. En un balcón vi un montón de muñecos de madera. La gran mayoría de las casas suelen tener grandes ventanas, con una repisa en su interior y las tienen completamente decoradas con objetos pequeños. En una viga que sobresalía de una fachada había un colección de muñecos en miniatura, y lo sorprendente es que nadie los coje. Vuelvo a decir lo mismo que he dicho antes, "aquí sería impensable".


Algunas de ellas me hacían recordar la Navidad, aunque no tenían nada que ver con los detalles navideños. Ahora mismo estoy pensando que si normalmente las suelen decorar así, en Navidad debe de ser un cuento de hadas. Les diré que me fotografíe alguna y me la manden. Después nos fuimos a visitar su vecino Edam famoso por sus quesos.

Construcción típica de los Países Bajos
El Museo de Edam la casa más antigua construida en ladrillo de Edam, se construyó alrededor del año 1530, en un principio fue una casa privada, en el año 1895 se convirtió en museo. Todo su interior es completamente original. En su interior se puede ver una bodega flotante. Se cuenta que la bodega fue construida por un capitán de barco que se perdió en el mar. 
Su casco  antiguo se encuentra amurallado y protegido por el gobierno, me pareció un pueblo muy pintoresco, bonito y muy bien conservado. 

Zuecos típicos holandeses


Esclusa que permite vencer desniveles en canales navegables.


Campanario de la iglesia de St. Nicolás en un principio era todavía más alta. En el siglo XVII sufrió varios incendios producidos por la caída de algunos rayos. Debido a ello, cuando se volvió a construir a principio del siglo XVIII se decidió reducir su tamaño. Es una de las iglesias más grandes de los Países Bajos

En la ciudad de los quesos 


domingo, 24 de abril de 2016

ÁMSTERDAM - Países Bajos

Feliz y contenta, me desperté en Senlis, ya que sabía que en unas horas estaría con mi hijo en Ámsterdam. Así que después de un buen desayuno, retomamos nuestro viaje. Según nuestra amiga "GePeSiana",a las 13 p.m. llegaríamos a nuestro destino y, siguiendo los consejos que ella nos daba volvimos a la autopista A-10.
 En mi última entrada se me olvidó comentaros, que en las autopistas francesas está permitido conducir a 130 kilómetros por hora, pero no os fiéis mucho, ya que hay tramos en los que bajan la velocidad hasta los 90 y "ella" que siempre nos avisaba con su "Pi, pi, pi" cuando nos pasábamos, casualmente en ese lugar no lo hizo, y nos topamos con un radar, que comenzó a dar fogonazos, y nos quedamos con la duda de si las fotos eran para nosotros. Y otra cosa más, ni en las autopistas, ni en las gasolineras francesas aceptan la visa electrón.
Dejamos atrás Francia y nos adentramos en Bélgica, tanto allí como en Holanda, las autopistas son gratis. Debido a ello, están repletas de camiones, nunca antes había visto tanto camión junto, pero al ser los carriles anchos, la circulación era fluida. Allí también las áreas de descanso están muy bien, en todas ellas, hay mesas y una cafetería.

Por fin llegamos a los Países Bajos y comenzamos a ver agua por todas partes, ¡hasta por debajo de la autopista habían canales!. El paisaje allí era mucho más verde, y durante todo el recorrido hasta Ámsterdam, vi muchos pueblos pequeños, en los que se veían "casas-granjas" Eran casas muy bonitas y típicas de la zona, en las que las granjas de vacas se encontraban adosadas a ellas. Recuerdo una que me llamó mucho la atención por el hecho de ver a la dueña de la vivienda asomada en la que supuse era la ventana de su cocina, y justo al lado en la misma pared había una ventana grande, en la que se veían a las vacas dentro. También era curioso ver en algunas de ellas, a todo el rebaño de vacas en su mayoría blancas y negras, pastando libremente por lo que podría ser el jardín.

Canal 
Sin ningún problema, y a la hora prevista llegamos a la casa de mi hijo. Les habíamos mandado un WhatsApp desde una de las áreas de descanso de Bélgica, diciéndoles la hora de nuestra llegada, pero desafortunadamente no lo recibieron. Así que no había nadie en casa, cuando llegamos.
Ya sabíamos por mi hijo que aparcar en la calle era complicado y caro. Él nos había comentado que a las afuera de Ámsterdam hay un estadio en el que por 8€ al día se puede dejar el coche. El precio incluye billetes de ida y vuelta en metro, para todos los ocupantes del coche. Con este sistema conocido como P+R  lo que se pretende es mejorar la calidad de vida de la ciudad.

Típica y característica foto de Ámsterdam 

A mi hijo le dieron la tarde libre, y después de descargar nuestro equipaje, y dejar nuestro coche en el Ámsterdam Arena, nos dispusimos a visitar la ciudad de los canales.

Nosotros ya conocíamos la ciudad de Ámsterdam, estuvimos allí hace unos diez años y esa vez lo hicimos como cualquier turista. Nos recorrimos todas sus céntricas calles, y visitamos el museo Van Gogh. Esta vez ha sido distinta, ya que al estar con ellos, he podido ver, y saber cosas, que a un turista se le escapa.
Recuerdo que la primera vez, cuando íbamos paseando nos cayó un chaparrón tremendo. Yo siempre que viajo llevo un pequeño paraguas en mi mochila, así que no hubo ningún problema, nos cobijamos en él y continuamos nuestro recorrido. No duró mucho tiempo, cerré el paraguas y continuamos paseando, pero inmediatamente se puso a llover otra vez. Así fue casi todo el día. Enfrente del hotel habíamos visto anunciada en un cine una película española y la daban en versión original, y sin pensárnoslo dos veces nos fuimos al cine esa noche. Estando viendo la película, vimos pasar una rata por detrás de la pantalla, y nadie de los que allí estaban se inmutó, cosa que nos extrañó mucho.
Nosotros pensamos que lo de la lluvia y la rata, era una casualidad, pues tengo que deciros que no, en Ámsterdam llueve un montón, mi hijo está aburrido de tanta lluvia . Hubo un día que me hizo un comentario que decía algo así cómo: el Diluvio Universal duró cuarenta días y cuarenta noches, en Ámsterdam "todo un verano"

Nos ha llovido muchísimo y hemos estado todos los días pendientes de la lluvia, allí están tan acostumbrados que ni se inmutan y continúan montados en sus bicicletas. Hasta tienen paraguas alargados para cuando van montados en ellas.
Esta foto la tomé desde el salón de la casa de mi hijo, el edificio de enfrente, el que tiene los toldos naranja es un colegio. Se trata del colegio al que Ana Frank asistía antes del comienzo de la guerra.

En Ámsterdam hay muchísimos gatos, los veías por doquier, acurrucaditos en los umbrales de las puertas.

 Asomados en las ventanas de los restaurantes. Allí es muy común que todos tengan uno, y sabéis por qué. Pues por las ratas, allí hay muchas, posiblemente sea por los canales. También hay muchos mosquitos, mi marido vino lleno de picaduras, afortunadamente todos le picaron a él.
Debido al problema con las ratas, no dejan sacar la basura todos los días, se tiene que sacar a partir de cierta hora y sólo dos días por semana. 

De allí me traje este original picaporte con forma de pájaro carpintero